Salvador Allende dialoga con el documentalista norteamericano Saul Landau

Entrevista inédita al Presidente de Chile en 1971

Allende revela sus conflictos con Edwards y “El Mercurio”

lanacion.cl. Por Carmen Muñoz.

A pesar de que Salvador Allende no admitía entrevistas con periodistas estadounidenses o británicos, en 1971 aceptó dialogar con el documentalista norteamericano Saul Landau en el jardín de su casa de Tomás Moro.

Con total soltura se refirió entonces a la reforma agraria, a su tensa relación con el dueño de El Mercurio Agustín Edwards, y también a su amistad con Fidel Castro, de quien dijo no recibir recetas, porque “no somos colonos mentales de nadie”.

Pero el golpe sorprendió al investigador sin haber difundido este material, que se mantuvo en el ámbito privado hasta hoy, gracias a que gentilmente lo facilitó a www.lanacion.cl a través de un video, que transcribimos y editamos para nuestros lectores.

Los comienzos

Sin luces aún del golpe militar que acabó con su gobierno y su vida, y ajeno incluso a las diferencias que se comenzaban a gestar en el seno de la Unidad Popular, Allende inicia este diálogo explayándose sobre el origen de su compromiso político.

– Usted sabe, yo soy médico, vine de provincia a estudiar a Santiago. Los estudiantes de provincia vivíamos muy modestamente en pensiones y, lógicamente, nos interesaba no sólo estudiar las materias con relación a las carreras que habíamos elegido. También nos preocupábamos de mirar un poco más lejos de la universidad, la realidad de nuestro país, sobre todo que el estudiante de medicina y el médico confrontan hechos sociales muy claros. Nosotros entendimos muy rápidamente que a mayor enfermedad mayor pobreza, que a mayor pobreza mayor enfermedad, un axioma que se repite inexorablemente.

“Ese problema nos llevó a reunirnos en las noches para analizar las distintas corrientes filosóficas. Leímos a los teóricos del marxismo, observamos lo que acontecía en el mundo, apreciamos la lucha de los pueblos, los países en vías de desarrollo, y siempre pensamos que el hombre debe tener una dimensión distinta, que los valores de la sociedad capitalista debían ser reemplazados por otros. Por eso estudié, leí y fui fundador más tarde del Partido Socialista en 1937”.

¿Qué edad tenía usted en esa época?

– Debo haber tenido unos 28 años cuando fundé el Partido Socialista, junto con otros compañeros. Además, a lo largo de toda mi vida -y lo he dicho siempre-, fui ministro de Estado, diputado, senador y presidente del Senado.

Ha estado involucrado en política desde hace bastante tiempo…

– Si, desde muy joven. Fui ministro a los 29 años en el gobierno del Frente Popular, uno de los tres que hubo en Chile en la época de Pedro Aguirre Cerda y era tan socialista como ahora. Ese frente estaba conformado por radicales, socialistas, comunistas y pro-democráticos.

¿Ese fue el origen de la Unidad Popular?

– No, después esos partidos se separaron, pero es un antecedente muy importante, porque fue Chile uno de los tres países donde hubo un Frente Popular. Si usted se acuerda, los otros países fueron España -que terminó con la Guerra Civil-, y Francia con el Frente Popular dirigido por León Blum, que no dejó ningún recuerdo trascendente, por el contrario.

“Nosotros en Chile, desarrollamos sobre todo a la clase obrera, a través de la Central Obrera de Trabajadores, para crear conciencia de su organización y darles a conocer sus derechos. Poco después creamos la Corporación de Fomento, base de la industria pesada de Chile, de acero, petróleo y electricidad. Hicimos una obra constructiva, en esa época se hablaba del Frente Popular como hoy se habla de Unidad Popular.

“Se aseguraba que íbamos a suprimir las libertades, que sería el caos absoluto, el degüelle de la gente, y no ocurrió eso. Por el contrario, las más grandes manifestaciones religiosas se realizaron en la época del Frente Popular. También fue nominado el primer cardenal de la iglesia chilena por petición expresa del Presidente del Frente, don Pedro Aguirre Cerda, que era el Presidente de la República”.

Socialista y pragmático

¿Usted sigue siendo un hombre utópico?

– ¡No! ¿Cómo utópico? Yo sigo defendiendo lo que he defendido durante veinte años como parlamentario socialista, y ser socialista no es ser utópico.

Pero usted tiene una visión de una sociedad distinta en el futuro…

– Lógico, pero eso no se construye de la noche a la mañana. Para que un pueblo llegue a construir una sociedad distinta, se necesita un pueblo organizado y conciente.

“Yo le he dicho muchas veces a la gente y a los estudiantes, que para mí, no vale que un estudiante me diga que es dirigente de izquierda si es mal alumno, nosotros necesitamos buenos alumnos: primero, que cumplan sus obligaciones, después tienen derecho a decir que son dirigentes políticos. También, le he dicho a los obreros que hay que trabajar para producir más y mejor. En Chile tenemos que alcanzar un ingreso de dos mil dólares por persona al año y para eso tenemos que producir más.

“Los pueblos sólo progresan trabajando y produciendo más, claro que es diferente trabajar para una minoría que para un país. Los obreros del carbón están produciendo tres mil 800 toneladas de mineral al día, pero tienen que producir cuatro mil 700, y para eso tienen que trabajar más, porque sino la empresa no puede defenderse.

“En el acero estamos produciendo 700 mil toneladas, pero hay que llegar de aquí a dos años a dos millones de toneladas. En el cobre producimos alrededor de 750 mil toneladas, sin embargo hay que elevar la producción a mil 200 toneladas”.

¿Usted cree que el pueblo ha respondido a esos objetivos?

– Bueno, ahora soy más popular que antes, porque cumplimos con lo prometido y, además, le explicamos y dialogamos con el pueblo. Yo no estoy metido en la oficina de la Moneda, yo hablo con los campesinos, con los trabajadores del cobre, del carbón, con los estudiantes, con las dueñas de casa, voy a las poblaciones. En las calles la gente me saluda, ando en mi auto particular. Entonces la gente ve una cosa distinta.

“En Valparaíso, todos los días a la salida de la oficina de gobierno de la intendencia hay entre 400 y 500 personas, esperando a veces dos horas para poder saludarme, y en esta época de verano hay turistas de otros países y se sorprenden con un Presidente al que se le puede dar la mano y conversar. Así es, porque yo no ando rodeado de carabineros, ni con tanques. La gente puede llegar hacia donde estoy, y yo tengo el agrado de poder saludarlos… Claro que no me puedo pasar el día saludando gente (risas)”.

Los conflictos de la UP

Hoy, ¿cómo se mantiene la coalición en la Unidad Popular?

– Bien, porque hay un programa que nos une, que es diferente a lo que nos propusimos hace 30 años.

¿Qué conflictos hay en la coalición y cómo se resuelven?

– No hay ningún conflicto serio, sólo apreciaciones con respecto a la práctica, porque no nos hemos salido en absoluto del programa de la Unidad Popular. Los parlamentarios radicales han hecho observaciones respecto a un funcionario de una provincia que tiene un criterio determinado sobre cómo debe hacerse la reforma agraria.

“También, han dicho que en determinados sectores de Chile, grupos que no son de la Unidad Popular, estarían estimulando la toma de predios agrícolas más pequeños de la cabida que la ley establece, como derecho de los propietarios que trabajan en sus tierras. Pero usted comprende, que eso no se puede decir que es una norma, además nosotros, y yo personalmente, hemos establecido que la reforma agraria la haremos dentro de la ley de la reforma, y de ninguna manera vamos ha aceptar que se proceda en forma arbitraria.

¿Estos súbditos son izquierdistas independientes?

– Hay que considerar dos cosas: pueden ser grupos de izquierda que no han madurado políticamente o bien campesinos, o en el caso de Cautín, Mapuches a quienes sus tierras fueron robadas hace muchos años, que han vivido con media hectárea.

“Ellos son considerados una raza desconocida, negada, degradada física y moralmente y una serie de factores que influyen. Usted entiende que para ellos se abre una posibilidad, y cuando se tiene hambre a veces es muy difícil razonar, sobre todo cuando no se tiene una cultura con un nivel político, cuando se les ha hecho promesas por más de un siglo, y sus abuelos, y sus padres, y ellos han sido frustrados y negados. Lógicamente, esa gente está apremiada por una realidad brutal, que es comer para vivir todos los días.

“Pero de allí a creer que hay un clima que provocará un caos, no. Primero, porque nosotros tenemos autoridad, no sólo de la que emana de la ley, sino la autoridad moral, la influencia que tiene el movimiento popular, y la que tengo yo personalmente. Usted lo ha visto y lo sabe, porque ha estado en actos públicos”.

¿Cómo van a mantener ellos solos su propia cultura?

– Nosotros consideramos que los problemas de los mapuches no pueden solucionarse sólo en función de la reforma agraria. Aquí hay un problema antropológico cultural, de raza. Nosotros hemos mandado allá no sólo al ministro de Agricultura, sino también médicos, pedagogos, antropólogos, sociólogos.

“Pero esto no es un problema de un día, será un problema de muchos años, porque hoy el mapuche es considerado frente a la ley como un niño sin derechos, entonces esa situación no puede variar de la noche a la mañana.

“Necesitamos el tiempo suficiente para borrar del espíritu de esa gente lo que ha estado sucediendo con ellos por más de cien años”.

¿Ellos se diferencian de los chilenos?

– Evidente. Ellos nos llaman huincas, pero no es un problema que pueda decir que es agobiante para Chile, es un problema importante, pero no agobiante.

Allende y el socialismo a la chilena

¿Usted puede prever obstáculos en el camino hacia el socialismo en Chile?

– Claro, evidentemente es mucho más difícil el camino nuestro, porque está dentro de la Constitución de la ley, aquí hay un Congreso y aceptamos lo que resuelva en cuanto a los proyectos de ley. Es mucho más difícil llegar al socialismo a través de los cauces legales, porque hay posibilidades de resistencia mayores que si se hubiera llegado por el camino de la toma del poder.

“Nosotros tenemos que responder por nuestros actos frente al Congreso, en donde no tenemos mayoría, hay un poder judicial autónomo que puede dictaminar sus fallos, que a veces dificultan la tarea del gobierno popular.

“Sin embargo, estamos caminando dentro de las posibilidades y esperamos alcanzar el socialismo, pero no de la noche a la mañana, eso no se impone por decreto. Por eso, el programa de la Unidad Popular establece la existencia de tres áreas: economía social, el área mixta con capitales del Estado y privados y el área privada.

“Como gobierno hemos dicho que tenemos que impulsar el área social del Estado, porque ahí están los elementos esenciales y básicos del desarrollo económico, las riquezas fundamentales de Chile: el cobre, el hierro, el salitre. Este país ya tiene algunas industrias importantes, como la empresa de electricidad, la Empresa Nacional del Petróleo, además, se ha nacionalizado el carbón, el acero, pero sin dificultades les compramos las acciones a los americanos en el caso del hierro y chilenos en el caso del carbón.

“También, hemos expropiado algunas industrias, especialmente, las que trabajan hilandería y tejido, porque no cumplían con la ley, no pagaban los salarios, porque habían cerrado el 80% de su capacidad de producción, creando un problema social muy serio.

“Nosotros vamos a llegar a un acuerdo con los inversionistas extranjeros, ellos saben que les conviene más que a nadie llegar a un acuerdo con nosotros, porque importaron maquinaria que dijeron que era de primera y resultó ser de segunda, por lo tanto, cometieron un fraude aduanero.

“Esta situación no la puede aceptar ningún país del mundo. Entonces, si Estados Unidos defiende su país ¿por qué nosotros no podemos hacer lo mismo? Nosotros queremos que se respeten los mismos derechos, nada más”.

El proyecto inconcluso

Usted habla de la reforma agraria y hay muchas personas que dicen que es el proyecto más importante de la Unidad Popular ¿Es así?

– No, la reforma agraria forma parte de un plan del desarrollo económico y social de Chile, pero es importante, porque este país tiene tierras que permitirían alimentar, no a diez millones, sino a 20 o 25 millones de habitantes.

“Sin embargo, Chile es un país que tiene que importar todos los años carne, trigo, grasa, mantequilla, aceite, por un valor de 140 millones de dólares al año. Entonces, ¿cómo es posible? Además, el 47 por ciento de la población está subalimentada.

“Yo soy médico, usted lo sabe, lo he dicho, lo he escrito hace muchos años, hoy en Chile hay 600 mil niños retrasados mentales, porque no se alimentaron lo suficiente los primeros ocho meses de su vida, porque no recibieron las proteínas necesarias. De ahí nació el medio litro de leche, que no es la opción definitiva, pero es un aporte, es algo positivo.

“Pero la reforma agraria es parte de un proceso que tiene como base central recuperar las riquezas fundamentales de Chile para los chilenos, no se trata de apropiarse o de usurpar a las compañías dueñas del cobre, sino de decir, ‘bueno señores, ¿cuánto han invertido en estas compañías y cuánto han sacado de provecho?’.

“Yo le puedo confirmar que en 42 años estas compañías se han llevado de Chile, tres mil ochocientos millones de dólares, con un aporte inicial de diez millones de dólares aproximadamente. Cálculos no exagerados establecen que de Chile han salido en 60 años nueve mil ochocientos millones de dólares, es decir, el valor total del capital social de este país acumulado en 400 años. ¡Un Chile ha salido por nuestras fronteras!

“Es por ello que nosotros planteamos el derecho a nacionalizar nuestras riquezas, porque además hemos sido exportadores de materias primas y usted sabe lo que ha pasado en el mercado internacional.

“Hoy, para comprar lo mismo que se compraba hace 10 años, tenemos que entregar mucho más materia prima, somos países que vendemos barato y compramos caro, porque pagamos los artículos manufacturados de países donde la gente tiene un nivel muy alto.

“Entonces, lo que queremos hacer es aprovechar los excedentes de la economía chilena para desarrollar nuestra propia economía y poder solucionar los problemas esenciales.

“Yo fui ministro de Salud Pública en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, en el año 40, allí hice la primera exposición de la vivienda en este país. En esa oportunidad, técnicos, ingenieros y arquitectos señalaron que en Chile faltaban 320 mil viviendas, de esa fecha hasta ahora han pasado 31 años, pero hoy faltan 440 mil viviendas por el aumento vegetativo de la población.

“Lo mismo ocurre en educación, en salud, en el trabajo, y ningún gobierno ha sido capaz de solucionar los problemas esenciales del pueblo. Pero eso también ocurre en América Latina, en gobiernos democráticos o dictatoriales. Yo creo que todos los presidentes quieren dar trabajo y no pueden, yo me imagino que todos los presidentes quisieran que todos pudieran comer y no pueden, con la educación pasa lo mismo. Entonces hay que preguntarse, ¿por qué no se puede?”

Allende y su crítica a Estados Unidos,
El Mercurio y Agustín Edwards

¿A qué se refiere cuando habla de imperialismo?

– Nuestra lucha no es contra el pueblo, sino con un sector de Estados Unidos, acuérdese cuando Kennedy atajó el alza del acero, la influencia que tienen los petroleros en su país. El pueblo americano es otra cosa, nosotros estamos actuando dentro de la ley.

Las compañías de cobre norteamericanas han sacado mucho mineral. ¿Cuándo piensa terminar con la expropiación?

– Cuando salga la ley, nosotros aplicaremos lo que el Senado dictamine y, de acuerdo con esas atribuciones, haremos la nacionalización y pagaremos indemnización estudiando cada caso y además formaré un tribunal ante el cual puedan apelar las compañías y la Contraloría General de la República será la que fije la indemnización, o sea las más altas expresiones de nuestra organización jurídica.

¿El gobierno de Estados Unidos ha realizado presiones?

– No, ninguna. Nosotros hemos oído la opinión del señor Nixon, pero es una opinión y comprendemos que no esté muy agradado, pero nosotros somos partidarios de que los pueblos tengan el gobierno que deseen y de la no intervención y la autodeterminación. Como hemos visto, hay una campaña internacional muy seria, que evidentemente está radicada en Estados Unidos, donde se publican artículos, absolutamente infundados respecto a Chile.

¿Por ejemplo?

– Que aquí no hay libertad de prensa. ¿Y usted, por ejemplo? Usted está en Chile hace cuatro meses y habrá visto que hay la más amplia e irrestricta libertad periodística y ha visto cómo se nos ataca, cómo los diarios publican lo que se les ocurre, no sólo para apreciar situaciones políticas, sino para referirse a actitudes, hechos, inclusive la vida particular de uno.

“El Mercurio es el diario más poderoso de los sectores oligárquicos, y los diarios que tienen como La Tercera o La Segunda, en un lenguaje mucho más franco, y al mismo tiempo turbio en los ataques.

“Usted ve a la Democracia Cristiana con la prensa por la tarde, en los diarios de provincia el 80 por ciento está en manos de los sectores derechistas y, sin embargo, siguen saliendo sin problemas. ¿Cuántas revistas hay en Chile? Y ninguna de ellas pertenece a la izquierda.

“El presidente de la Asociación Nacional de la Prensa en Chile, el señor Germán Picó, que es el dueño del diario La Tercera, dijo que no hay presión, no hay amenaza, no hay coacción frente a la prensa. Entonces, qué valor va ha tener lo que dicen los señores de la CIA.

“El señor Agustín Edwards debería estar en Chile para responder ante la justicia por lo que ha hecho su banco. Nosotros les retiramos los libros al Mercurio, si señor, para ver si cumplían las leyes tributarias, en Estados Unidos hacen lo mismo ¿verdad? y resulta que le estaban debiendo a la Tesorería Provincial de Santiago cinco mil cuatrocientos millones de pesos. Les vamos a dar facilidades para que paguen, pero las mismas que tiene el resto de la gente, y si no los paga les vamos ha aplicar la ley.

“El Mercurio representa los intereses de los bancos, de los monopolios y ese diario es el principal accionista del Banco Edwards, además, ese banco ha comprometido el crédito de Chile.

“También, es garante de operaciones al margen de la ley, y a espaldas del Banco Central por el doble del capital que tiene el banco. Nosotros no hemos perseguido al banco, es el banco el que nos ha obligado a exigir que cumplan la ley. Si ellos cumplieran con la ley no hubiera pasado nada. Pero nosotros, como Unidad Popular, no hemos hecho nada ilegal”.

Allende y su amigo Fidel Castro

Quisiera saber de sus reuniones con Fidel Castro

– Fidel Castro es un hombre que tiene un gran sentido de la autocrítica y respeta a sus amigos políticos. No va a mandar recetas, ni tampoco yo soy hombre que las reciba. Ello no significa que yo no pueda aprovechar la experiencia vivida por los cubanos, pero de ahí ha mandarme una carta para decirme no haga esto o aquello, jamás.

“Cada país tiene su realidad y sus dirigentes y de acuerdo a esa realidad será la táctica que utilicen los dirigentes. Yo he ido muchas veces a Cuba y he conversado muchas veces con Fidel Castro, conocí bastante al comandante Ernesto Guevara, conozco a los dirigentes cubanos y su lucha, se lo difícil que ha sido vencer el bloqueo.

“Pero la realidad de Cuba es muy distinta a la chilena. Cuba venía de una dictadura, yo llegué a la Presidencia después de ser 25 años senador.

“Tengo una experiencia que la estoy poniendo al servicio de un camino chileno, para los problemas de Chile, nosotros aprovecharemos siempre la experiencia venga de donde venga, pero adecuándola a nuestra realidad. Nosotros no somos colonos mentales de nadie”.

Frei Betto. ¿Qué es un dinosaurio si no un mecanismo de memoria contra el olvido?

FREI BETTO

Saudades de la izquierda revolucionaria.
POR JUAN PABLO VILLALOBOS / FOTOGRAFÍAS DE DUDA COVETT
    Carlos Alberto Libanio Christo, Frei Betto.
    Carlos Alberto Libanio Christo, Frei Betto.
    El 19 de julio de 1980, en Managua, Carlos Alberto Libânio Christo, Frei Betto, y Luiz Inácio da Silva, Lula, asisten a la conmemoración del primer aniversario de la revolución sandinista. Por la noche, el padre Miguel d’Escoto, ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, los lleva a la casa del escritor Sergio Ramírez, vicepresidente de la República. Es la fiesta de los VIP, a las celebraciones populares diurnas le sigue esta recepción íntima, aunque tumultuosa, en la que confraternizan los invitados internacionales con la nueva élite política nicaragüense. En algún momento de la noche, el tumulto íntimo se alebresta, vibra emocionado: Fidel Castro entra en escena. Saluda uno a uno a todos los presentes, estrecha las manos del teólogo de la liberación Frei Betto y del líder sindical Lula y se encierra en la biblioteca a atender asuntos trascendentes. Ésta es la insólita misión que la noche le depara al comandante: apaciguar a los empresarios que tienen miedo de la revolución. A las dos de la madrugada, Miguel d’Escoto avisa a los compañeros brasileños: “El comandante ya terminó la cola de empresarios, ¿quieren conversar con él?”.
    Frei Betto está exultante porque Nicaragua es un sueño realizado: la primera vez en la historia que los cristianos habían luchado al lado de los comunistas. ¡Y habían ganado! Es quizás esta felicidad la que le insufla la confianza para importunar al líder cubano:
    Frei Betto: Comandante, ¿por qué el partido y el Estado en Cuba son confesionales?
    Fidel: ¿Cómo confesionales? Somos ateos.
    Frei Betto: Afirmar o negar la existencia de Dios es confesional y la modernidad exige partidos y estados laicos.
    Madrugada adentro, conociendo la pésima relación que existía entre la Iglesia católica y la Revolución cubana, Frei Betto expone al comandante tres hipótesis:
    La primera es que la revolución persigue a la Iglesia católica, si es así le presta un buen servicio al imperialismo, al capitalismo, que quieren probar la incompatibilidad entre cristianismo y revolución. La segunda es que la revolución es indiferente a la Iglesia católica, de ser así presta un buen servicio a la contrarrevolución interna, que usa a la Iglesia como trinchera de cuestionamiento de la revolución. La tercera es que la revolución es un ente político que tiene que buscar el diálogo y las buenas relaciones con todas las instituciones cubanas, incluyendo a la Iglesia. (Con tal de ser fiel a lo acontecido, el autor ha sacrificado el estilo al repetir seis veces la cacofónica palabra “revolución” en este párrafo. El compromiso con la verdad es un lastre. Disculpas del autor.)
    A las seis de la mañana, las impertinencias de Frei Betto parecen haber calado hondo en la conciencia del comandante, quien se despide con una invitación: ¿Usted puede ayudar a reaproximarnos a la iglesia?

    “Me ven como si fuera un dinosaurio porque yo sigo defendiendo que la humanidad no tiene futuro fuera de una sociedad socialista”, me dice Frei Betto la tarde del 2 de julio de 2012, casi treinta y dos años después; para ser exactos, treinta y un años y cincuenta semanas en los que, entre otras cosas, cayó el Muro de Berlín, “Gorbachov entregó la Unión Soviética al capitalismo” y “la izquierda teórica desapareció”.
    Habla de manera pausada y mastica cada frase razonada de manera cuidadosa o convocada ágilmente desde esa memoria en la que se almacena la historia de la izquierda revolucionaria de las últimas cuatro décadas. La lenta cadencia de su discurso me permitirá transcribir la entrevista con calma días más tarde; las pausas en su dicción marcarán mis pausas en la grabación.
    Para un mexicano, todos los dinosaurios son priistas, por eso el apodo con el que la izquierda moderna califica a Frei Betto me deja descolocado. Puesto a especular, aventuro que si Frei Betto fuera un dinosaurio no sería un feroz, carnívoro, enorme y pesado tiranosaurio, ni tampoco un ágil y sangriento velociraptor. Frei Betto sería un titanosaurio lento, majestuoso, cuadrúpedo, herbívoro, de dientes planos y espatulados: un trigonosaurio, el saurópodo encontrado en la mina Caieira, cerca de Peirópolis, en Minas Gerais.
    Estamos en el convento Santo Alberto Magno, sede de la orden de los dominicos en São Paulo, en el barrio clasemediero de Perdizes. Se trata de un terreno ajardinado con dos predios sobrios: la casa —donde se encuentran los pequeños cuartos de los frailes, la cocina, el comedor, salas de lectura y oración— y el salón en el que departimos, que parece servir como lugar de reuniones, entrevistas y capacitaciones. Al lado está la biblioteca, dos habitaciones repletas de libros más bien viejos —es obvio que su esplendor fue en los años ochenta—, de donde podría entresacarse, consultando por aquí y por allá, la obra completa de Leonardo Boff. Al fondo de todo hay un baño sin agua. (Aprovecho para disculparme de nuevo: no fue por mi anticlericalismo que dejé allí ese recuerdo de mi visita, ¿cómo iba a saber que no había agua? El autor promete no volver a disculparse y aclara que tanta culpa es por haber crecido en los Altos de Jalisco.)
    Es la una de la tarde, y antes almorzamos junto con otros tres frailes en el comedor comunal, una mesa en “L” frente a una pequeña barra donde reposaba un modesto buffet: bisteces fritos con cebolla, arroz integral, frijoles, lechuga, tomate, agua y jugo de acerola. La comida no sabía a nada y, a pesar de que había saleros, pimienta, vinagre o aceite de oliva, me pareció que usarlos sería un gesto superfluo e irrespetuoso. Por supuesto, ni mi paladar ni mi estómago agradecieron el gesto ascético —y gratuito—. Frei Betto, al presentarme, ha explicado que soy mexicano, a lo que los frailes han respondido con exaltada emoción ensalsando la figura de fray Bartolomé de las Casas, quien da nombre a la provincia brasileña de los dominicos. Ha sido un almuerzo extraño, a la comida insípida se ha sumado una conversación desconcertante, ráfagas de preguntas y comentarios ininteligibles o fuera de contexto seguidos de silencios trabajados con mucho esfuerzo. Parece que por ahí no pasan muchos foráneos. Frei Betto no ha estado cómodo, más tarde me diría que acostumbra reunirse en restaurantes, “porque aquí no se puede hablar”.
    “Hoy muchos ex compañeros de la izquierda pueden ser burgueses sin culpa”, insiste Frei Betto y me habla de su poema “Seqüestro da linguagem”*, en el que un izquierdista resignado acepta renunciar a la guerrilla, a los sueños revolucionarios, al socialismo, al trabajo por los pobres, todo sacrificado a cambio de la palabra “democracia”. Los tres últimos versos del poema repiten lo que Frei Betto acaba de decirme y que es una de sus obsesiones actuales: la desaparición de la izquierda revolucionaria y la cooptación de sus ex camaradas por la democracia burguesa: Então, nasceu em mim, / A liberdade de ser burguês. / Sem culpa.
    • Primero dijeron que no habría más guerrilleros

    Yo creía, y con las botas, abandoné sueños revolucionarios.

    Después dijeron que puso fin a la lucha armada.

    Me he vuelto tan pacifista violenta.

    Después dijeron que la izquierda va a fracasar,

    Y cerré los ojos para mirar a los pobres.

    Por último, dijeron que el socialismo estaba muerto.

    Y sólo una palabra: la democracia.

    Por lo tanto, nació en mí la libertad de ser burgués.

     Frei Betto



    Carlos Alberto Libânio Christo nació en 1944 en Belo Horizonte, Minas Gerais. Su padre era un furibundo anticlerical que escribía crónicas para los periódicos locales. Su madre, que era una reconocida cocinera —autora de libros sobre gastronomía mineira—, militaba en la asociación progresista Ação Católica, en la que Carlos Alberto, Betto, hijo al fin y al cabo de una pareja dialéctica, iniciaría su activismo religioso, social y político desde la adolescencia. A los diecisiete años ya era el dirigente nacional juvenil, cargo que ocupó durante tres años en los que recorrió Brasil dos veces de punta a punta. Aunque Betto reconocía su vocación de escritor desde edad muy temprana —recuerda con cariño que un profesor le diagnosticó: “Usted no será escritor sólo si no quiere”—, ingresó en la facultad de Periodismo por modestia, porque creía que “eso de ser escritor era para genios”.

    El 1 de abril de 1964, cuando Betto tenía veinte años, un golpe militar instauró una dictadura que habría de perdurar un año más de los que había vivido hasta entonces, es decir, veintiún años, con cinco presidentes militares consecutivos, hasta 1985. Pero no nos adelantemos tanto en espera de sucesos dignos de reseñar, hace falta sólo avanzar dos meses, hasta junio de 1964, cuando Betto fue encarcelado por vez primera por un breve periodo de quince días.
    Un año más tarde, Betto decidió entrar en la orden de los dominicos —los más progresistas de la Iglesia brasileña, muy cercanos a Ação Católica—, con el pensamiento de que la acción política y la acción religiosa son indisociables: “Desde el punto de vista ético y religioso, yo tengo el principio de Jesús: hay que estar al lado de los pobres. La cuestión de ser de izquierda no es una cuestión ni de marxismo ni de socialismo, es una cuestión de defensa de los derechos de los pobres”.
    “Entré a los dominicos para salir, entré para estar seguro de que esto no era lo mío”, confiesa Frei Betto, con ese Frei antes del Betto que delata que no ha salido cuarenta y siete años después. Pero no nos adelantemos tanto-tanto, hasta este presente en que lo entrevisto, hasta este 2012 que resulta de sumar 1965 más cuarenta y siete, o sea, hasta esta actualidad en la que los jóvenes revolucionarios de entonces son socialdemócratas o dinosaurios. Basta con ir hasta 1969, época de dictaduras y de movimientos revolucionarios como Dios manda.
    En 1969, decíamos, Carlos Alberto, Betto, que ya es Frei Betto, vivía en Pôrto Alegre, en el sureño estado de Rio Grande do Sul, donde realizaba acciones de apoyo al grupo guerrillero Ação Libertadora Nacional (ALN), de Carlos Marighella.. Su contribución consistía en ayudar a escapar a los miembros de la organización en fuga a Uruguay o Argentina. Y ahora no es necesario ir ni siquiera un año hacia adelante: el mismo 1969, Frei Betto fue nuevamente encarcelado, pero esta vez no tuvo la fortuna de la brevedad, esta vez se quedaría encerrado por cuatro años.
    Cuando tenía ocho años, Socorro Acioli escribió el Pipoqueiro João, la historia de un vendedor de palomitas —pipocas— que un día desaparece de manera misteriosa, justo como había sucedido con el pipoqueiro de su escuela. Alguien de su familia le hizo llegar el libro a Frei Betto, quien en respuesta le envió una carta en la que decía lo mucho que se había preocupado con la desaparición del pipoqueiro, pero que se había quedado tranquilo cuando al final lo habían encontrado. “Hasta ese momento nadie me había comentado nada sobre la anécdota del libro”, me dice por teléfono Socorro, quien vive en Fortaleza, en el estado de Ceará, en el noreste brasileño. Socorro guardó la carta y se la mostró a Frei Betto más de diez años después, cuando estudiaba periodismo. Ella dice que gracias a esa carta se volvió escritora. Por intermediación de Frei Betto, además, acabaría escribiendo la biografía de fray Tito, un fraile cearense que también fue encarcelado y torturado y que acabó suicidándose. Fray Tito se convirtió en un símbolo de la brutalidad de la dictadura. Con el paso de los años, su relación con Frei Betto se estrecharía al grado de que él apadrinaría a su hija. “No hay manera de hablar de la dictadura brasileña sin hablar de Frei Betto —asegura Socorro—. Lo curioso vino cuando hicieron la película de Batismo de sangue. Frei Betto se volvió una especie de pop star. Recuerdo que la gente que sabía que yo lo conocía venía a hablarme como si lo que le había pasado fuera algo emocionante, digno de admiración”.batismo de sangue , publicada en 1983, es la novela en la que Frei Betto narra la resistencia de los frailes dominicos al régimen militar brasileño y que fue adaptada al cine en 2006 por el director Helvécio Ratton.
    Frei Betto ha escrito más de cincuenta libros, que han sido publicados en más de veinte países. Ganó dos veces, en 1982 y en 2005, el Jabuti, el premio literario más prestigioso de Brasil. Se considera escritor compulsivo: “Si paso más de cuarenta y ocho horas sin escribir me siento mal”. En su agenda de cada año bloquea ciento veinte días “sagrados” para la escritura y trabaja paralelamente en dos o tres libros. Una de sus fantasías es la de establecer un monasterio para escritores, un refugio al que puedan acudir los autores en busca de silencio y cuidados. “La creatividad exige un ocio silencioso”, lamenta Frei Betto, quien no acaba de entender cómo se puede escribir en medio del fragor urbano y mediático.
    Autor de memorias, ensayos, perfiles, crónicas y entrevistas, intenta ahora dedicarle más tiempo a la ficción, que es lo que realmente le gusta escribir, aunque para ello deba luchar contra “la camisa de fuerza de su intensa militancia política” y afrontar, de vez en cuando, la incomprensión de los lectores: “Mucha gente se sorprende de que siendo fraile escriba escenas eróticas, pero nadie me preguntó si yo degollé a una persona, como describí en Hotel Brasil“, dice riendo, en referencia a una novela policíaca en la que el método del asesino es la decapitación.
    Le pido al escritor paulista Marçal Aquino, autor de novelas policiacas de gran éxito entre los lectores y la crítica, varias de ellas llevadas al cine, que me resuma la aportación literaria de Frei Betto: “Es un autor inquieto y combativo —me escribe Marçal en un correo electrónico—, dueño de una obra vasta y variada, cuyo punto central parece ser la búsqueda incansable de un sentido ético de la vida. Libros como Batismo de sangue y Cartas da prisão son documentos indispensables para la comprensión de un periodo de la historia reciente brasileña”.
    Además de la escritura de libros, Frei Betto publica seis columnas mensuales en diferentes revistas y periódicos y sobrevive de dar conferencias sobre ética, educación y “crisis de la modernidad”. Los dominicos tienen que trabajar para sustentarse, la parte principal de sus ingresos la destinan a la orden y se reservan el resto para gastos personales.
    No extraña, por tanto, que además sea un gran orador y que emita frases citables una detrás de otra. Reviso la transcripción de la entrevista para marcar las evidencias. “Jesús no se casó por una lógica ‘cheguevariana’”. “El pueblo va a la iglesia y no le importa lo que dicen los curas, el pueblo se entiende directamente con Dios”. “Gorbachov era un hombre enteramente equivocado”. “Desde el punto de vista macro, en Brasil hoy no hay izquierda”. “Wall Street significa la calle del muro, cayó el Muro de Berlín, pero mientras no caiga este otro muro, la humanidad no tiene futuro”. “La publicidad es la catequesis del consumista”. “Los ricos piden la salvación eterna. Los pobres piden vida en esta vida”. “Hay pastores que pregonan que Jesús es el camino, pero están ahí para cobrar el peaje”. “El proyecto que Jesús anuncia es un proyecto político”.
    Cada frase es un artículo en potencia. Estoy seguro de que ordeñaría veinte mil caracteres de cada una de estas frases. Frei Betto es el tipo de personaje que parece exigir la escritura de una reseña y no la de un perfil, un hombre hecho de palabras, como él mismo sugiere entre líneas: “Lo que de verdad me hace feliz es orar y escribir”. Palabras y más palabras. Y cifras: “hay mil millones de personas en el mundo con hambre crónica”, “en Brasil hay treinta y seis millones de personas en la miseria”, “2% de los propietarios rurales tienen 50% de las tierras”, “¡36%!, una de las cargas tributarias más altas del mundo”, “en Rio 20 no fueron aprobados treinta mil millones para proyectos de desarrollo sustentable”, “el G20 aprobó cuatrocientos treinta y seis mil millones para salvar al sistema financiero”.
    Los datos y las anécdotas fluyen junto con citas de libros o frases dichas por grandes personajes. ¿Qué es un dinosaurio si no un mecanismo de memoria contra el olvido?
    De 1969 a 1973, mientras mis padres se casaban, tenían a mi hermano mayor, lo malcriaban con caprichos y por fin se decidían a procrearme a mí, me doy cuenta ahora, Frei Betto habitaba la cárcel de la dictadura brasileña, a la que dice haber sobrevivido gracias, “literalmente”, a la literatura, a la escritura de cartas que considera que tuvieron un efecto terapéutico: “La prisión fue una experiencia muy rica. No guardo heridas, por el contrario, yo soy un antes y un después de la prisión. La prisión se metió mucho con mi subjetividad, con mis valores, la vida se hizo más fácil para mí, porque dejé de dar importancia a muchas cosas”.
    Habla de la tortura sin inmutarse visiblemente, orgulloso incluso de poder hacerlo sin derrumbarse: “Nunca tuve miedo del dolor, y no es por valentía, es por fatalismo. Yo sabía desde el primer momento que no tenía ninguna posibilidad de evitar que me hicieran sufrir, eso me dio tranquilidad”. Para la escritura de la biografía de fray Tito, Socorro Acioli intentó entrevistar a varios frailes dominicos que vivieron la misma experiencia: “Frei Betto fue el único con el que pude hablar de manera tranquila, incluso con cierta frialdad. Otros frailes torturados no pueden hablar, hay quienes no aguantan, lloran. Él dice que es por las cartas que escribió, que fueron terapéuticas”.
    Sus cartas de la prisión fueron compiladas por una amiga, la novelista Maria Valéria Rezende, quien las envió a Italia, donde fueron publicadas por Mondadori y se convirtieron en un best sellerCartas da prisão sólo fue publicado en Brasil en 1974, después de su liberación: “Fue el primer libro de un preso político publicado en Brasil —relata Frei Betto—. Se vendieron cinco mil ejemplares en nueve días, fue una locura, porque todo el mundo creía que la dictadura incautaría el libro”.
    La sugerencia unánime que recibió al salir de la prisión fue que abandonara el país, podía elegir cualquier convento del mundo, donde los dominicos, dice, “me recibirían con los brazos abiertos, yo era el pobre que había estado preso, que había sido torturado”. Pero Frei Betto eligió quedarse e irse a vivir a una favela de la ciudad de Vitória, en el estado de Espírito Santo. Le siguieron cinco años de trabajo en las llamadas “comunidades eclesiásticas de base”, el trabajo de la Iglesia al lado de los pobres, la actividad en el mundo real de la teología de la liberación.
    En 1980 aconteció el encuentro con Fidel Castro en Managua, del que habrían de derivar múltiples visitas a Cuba para ayudar al restablecimiento de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. La cineasta cubana Rebeca Chávez filmó, en 1986, el documental Esa invencible esperanza, en el que da cuenta de este delicado proceso: “Primero tuve las noticias que llegaban de la Nicaragua sandinista —escribe Rebeca en un testimonio que me envía por correo electrónico desde La Habana—. Allí aparece Frei Betto. Estamos en los años ochenta. Los cubanos vivíamos en aquella tierra una segunda oportunidad, volvíamos a vivir nuestra propia vida pero algo diferente, con una distancia que objetivaba y permitía comparar lo vivido y lo que se vivía. Y allí Betto solucionaba, en su hacer, una contradicción entre creyentes y revolucionarios que parecía insalvable. Demostraba que era posible y necesario, que las conciencias podían seguir cada una su personal derrotero, pero libres de coincidir en puntos de interés. Milagro que permitía a muchos disfrutar de la espiritualidad sin mala conciencia”.
    Los dos frutos más visibles de este trabajo son el libro Fidel y la religión. Conversaciones con Frei Betto sobre el marxismo y la teología de la liberación, publicado en más de veinte lenguas y que vendió un millón de ejemplares sólo en Cuba, y la visita de Juan Pablo II a la isla en 1998, ¿1998?, ¡dieciocho años después! La Iglesia es lenta, ya se sabe, pensemos que apenas hace cuatro años se disculpó con Galileo, y la burocracia socialista no es un prodigio de velocidad. (Habría que comprobarlo en Jamaica.)
    Pero volvamos atrás, o no nos adelantemos tanto-tanto-tanto, porque otra cosa relevante sucedió en los años ochenta: Frei Betto, reconocido por su trabajo en Cuba, fue llamado como asesor por los gobiernos de diferentes países socialistas. Entre 1980 y 1991, su peregrinar incluyó Rusia, Letonia, Estonia, Lituania —curiosamente, Frei Betto no dice: “Unión Soviética”—, Polonia, Checoslovaquia, Alemania Oriental y China: “China, en aquella época, imagínatelo, la China cerrada —dice y vuelve a asombrarse de haber visitado otro planeta—, la gente venía a vernos comer, se paraban alrededor de la mesa para ver cómo comíamos”.
    De aquella época recuerda que “en Europa del Este, por cada líder que conocía, yo sentía una gran amargura en el corazón, era la versión socialista de los políticos burgueses que yo conocía en Brasil. Eran oportunistas que querían el poder por el poder, no por principios”. Y asegura que “felizmente, aquella propuesta del socialismo burocrático, autocrático, estalinista, fracasó”.
    Y ahora sí habremos de desplazarnos desvergonzadamente varios años, hasta 2003 y 2004, que fueron los años en que Frei Betto colaboró con el gobierno de Lula en Fome Zero, “hambre cero”, el proyecto estatal para erradicar la hambruna en Brasil. Frei Betto abandonaría el gobierno por desavenencias con el partido de Lula, el Partido dos Trabalhadores (PT), un partido que a su juicio “cambió su proyecto de Brasil por un proyecto de poder”.
    Afonso Borges, mineiro como Frei Betto, es un agitador cultural que por medio del proyecto Sempre um Papo ha organizado más de cuatro mil quinientos eventos literarios por todo Brasil en los últimos veintiséis años. Su primer invitado fue Frei Betto, con quien mantiene una amistad cercana, al igual que con su familia. “Frei Betto es un pensador con los pies en el suelo —me dice Afonso—, una persona fuera de lo común, que ha vivido toda su vida en función del prójimo”. Asegura que para Belo Horizonte, la ciudad donde ambos nacieron, es un orgullo tenerlo como hijo, pero que no es una personalidad que goce de unanimidad: “Es normal, porque permanentemente está expresando sus opiniones, a menudo controvertidas, además de que se le identifica como un hombre que estuvo siempre cerca de Lula”.
    En la sociedad brasileña, la valoración de la figura de Frei Betto resulta siempre obvia dependiendo de la ideología de quien la expresa: es venerado por los izquierdistas; respetado, temido y mirado con suspicacia por los socialdemócratas, y repudiado por los derechistas más conservadores. Entre los últimos destacan, por su virulencia, los ataques del periodista ultraconservador Olavo de Carvalho, quien acusa a Frei Betto de ser fake hasta en el nombre —por apellidarse Christo y no Cristo—, y lo apodó “broma del diablo” en uno de sus incendiarios programas de radio. (Y luego dicen que la “Ch” es muda: no sólo no es muda, sino que delata a los impostores enviados por el demonio.) A menudo este tipo de acusaciones se explican por la fobia de los derechistas a Fidel Castro y Lula, dos personajes que sirven como prisma a través del cual se analiza lo que hace o dice Frei Betto.
    “Hay encuentros fortuitos que tejen lazos indelebles”, escribe Frei Betto sobre el origen de su amistad con Lula en La mosca azul. Reflexión sobre el poder en Brasil, libro en el que disecciona al PT y al gobierno de Lula y en el que narra su primer encuentro, en enero de 1980, con el entonces líder sindical. Cuestionado sobre el ex presidente brasileño, que actualmente se recupera de un cáncer de laringe, Frei Betto intenta primero curarse en salud diciendo que para él es difícil separar al Lula-político del Lula-amigo y defiende que, a pesar de todo, los gobiernos de Lula y Dilma han sido los mejores de la democracia brasileña.
    Sin embargo, su descontento con el rumbo que ha seguido el PT es público y lo manifiesta allí donde se planta: “Yo siempre le digo a los amigos que tengo en el PT: ustedes están equivocados, ustedes no están en el poder, ustedes están en el gobierno, el poder está en otra parte, no piensen que por estar en el gobierno están en el poder, abran los ojos, sólo hay una solución, que es no seguir priorizando esa gobernabilidad ‘por arriba’ y volver a sus orígenes populares, que fue lo que permitió que, en un país tan elitista como Brasil, un metalúrgico como Lula llegara a la presidencia”. Y concluye, enfático, que al PT se le ha olvidado que “Lula llegó al poder como resultado de cuarenta años de trabajo popular”.
    La gobernabilidad “por arriba” hace referencia a las alianzas que el PT ha debido tejer en el Congreso con otros partidos y que han sido fuente constante de corrupción, incluyendo el famoso mensalão, que juzga actualmente a diversos colaboradores de Lula por pagar mensualidades a congresistas para comprar su apoyo y que es denominado por un sector de la prensa —no sin oportunismo político— “el mayor caso de corrupción de la historia de Brasil”.
    Pero a Frei Betto lo que más le inquieta es que los avances logrados en los últimos años se evaporen: “En Brasil hubo una reducción efectiva de la miseria gracias al gobierno de Lula, y ahora al gobierno de Dilma, pero no hubo un cambio estructural que garantice que ese proceso no se va a revertir”. Se enerva e impacienta al hablar sobre la deriva del PT hacia la socialdemocracia, al explicar, como ejemplo, que el dinero que Brasil destina al mercado de capitales es mucho mayor que el que va a políticas sociales. “El camino de Brasil no es un camino definitivo, porque no se ha cambiado la estructura social del país, que es una estructura excluyente, desigual, injusta, elitista, esa estructura continúa. ¿Que el país mejoró? Mejoró, claro que mejoró, pero aún falta mucho para ser un país justo y sin miseria”.
    Quizás el carácter dinosáurico de Frei Betto surja de su vocación de permanencia, de su persistencia en las mismas causas, sean Cuba y Fidel, Lula y el PT, la izquierda revolucionaria o la pedagogía de Paulo Freire, a pesar de todo. El trigonosaurio erguido entre la nube de polvo del meteorito respira como si nada. Sin duda, la más conflictiva de estas permanencias es la suya propia dentro de la Iglesia, en la que continúa a pesar de la censura, de las reprimendas, de los castigos.
    Al hablar de la iglesia mexicana ríe pícaramente al recordar que en 1992, cuando asistió a un congreso de teología de la liberación en Cuernavaca, intentaron prohibirle la entrada al país. Y que en otra ocasión, los sinarquistas quisieron reventar una de sus conferencias en una universidad mexicana al grito de “¡viva Cristo Rey!, ¡viva Cristo Rey!, ¡viva Cristo Rey!”.
    Es ésta la Iglesia en la que parece difícil que un religioso, que defiende que las mujeres tengan acceso al sacerdocio, que se acabe con el celibato obligatorio o que se asuma que la homosexualidad es tan natural como la heterosexualidad, pueda sentirse abrigado: “Dentro de la posmodernidad, la Iglesia, que es premoderna, está todavía más premoderna, volviendo a la clausura, volviendo a los movimientos de exagerado individualismo, salvación personal, una visión negativa del mundo, una visión de que el mundo está en crisis de valores, de que el mundo es enemigo de la Iglesia. La Iglesia, contrario al Concilio Vaticano II, mira al mundo como si el mundo fuera obra del diablo y ella fuera obra de Dios, y por lo tanto tiene que haber un conflicto, estamos volviendo a un nuevo maniqueísmo”.Por eso le parece lógico el auge de las Iglesias evangélicas, a las que él critica sardónicamente acusándolas de “cristianismo prêt-à-porter“, Iglesias que prometen cura y prosperidad, “un lenguaje muy adecuado al capitalismo neoliberal”.
    “A la luz del Evangelio la Iglesia no tiene el derecho de tratar a nadie como homo o hetero, sino como hijo de Dios”, escribió el año pasado en un artículo titulado “Los gays y la Biblia”, que provocó una áspera polémica y le valió severas críticas de los sectores más conservadores de la Iglesia, mientras lo catapultaba a la fama dentro del movimiento gay, especialmente en Europa. Ante la agitación, el trigonosaurio repite impávido: “Donde hay amor, hay Dios”.
    Son las cinco de la tarde y estamos terminando después de cuatro horas de entrevista, interrumpida en varias ocasiones por el fotógrafo Duda Covett, quien argumentaba cambios de luz en la tarde paulistana que debían ser aprovechados. “Al intermediario le dicen gato —señala Frei Betto, explicando los mecanismos de la esclavitud moderna en las haciendas de Brasil—. Nunca ves dinero, siempre debes, teóricamente puedes irte, pero siempre y cuando saldes tu deuda. Si huyes, van atrás de ti, te agarran, te pegan…”. La grabación recoge una última frase dicha como gran conclusión, mientras comenzamos a despedirnos: “Es brutal la desigualdad aquí, es brutal”.
    Antes de salir del convento, acompaño a Frei Betto a su habitación a buscar un ejemplar de Batismo de sangue, que quiere agregar a mi mochila, en la que ya reposan ocho libros. Me quedo en la puerta del cuarto y atisbo el interior: un espacio de cuatro o cinco metros cuadrados con una cama y una mesa de trabajo. Sobre la mesa hay una computadora portátil y una pila de libros. De hecho hay libros por todos lados. Una auténtica celda monacal, en versión posmoderna. También hace pensar en la cárcel, en una de esas prisiones confortables de los países nórdicos. A mitad del cuarto hay una maleta abierta llena a medias, es difícil concluir si Frei Betto acaba de volver de un viaje y todavía no deshizo la maleta o si viajará pronto y no ha terminado de prepararla. “Siempre tengo una maleta ahí —dice al adivinar mis especulaciones—, siempre estoy viajando”. Frei Betto no encuentra el libro.
    Vamos a un almacén a continuar la búsqueda. Es una pequeña bodega con estantes atiborrados de ejemplares en diferentes idiomas. Agarro libros al azar: una novela en italiano, el libro de entrevistas a Castro en holandés, varias novelas en español… “¿Prefieres una novela policiaca o una novela histórica?”, le pregunta Frei Betto a Duda, mostrándole Hotel Brasil y Minas de Ouro, un libro en cada mano. “Histórica”, responde Duda, y pierde puntos en mi simpatía. El Batismo de sangue no aparece. “Te lo mando por correo”, me promete Frei Betto.
    Salimos a la tarde eternamente gris de São Paulo. Cae la lluvia finísima que inventaron los paulistanos con el precioso nombre de garoa. Hablamos de comida mientras nos despedimos, la conversación más natural entre un mineiro y un mexicano. Nos decimos até mais y Frei Betto me aprieta el brazo derecho con cariño: “Cuando salga la revista, me la mandas”. \\

    ENTREVISTA del cineasta ROBERTO ROSSELLINI a SALVADOR ALLENDE. 1971

    ENTREVISTA del cineasta ROBERTO ROSSELLINI a SALVADOR ALLENDE

    El maestro Roberto Rossellini – hombre de izquierda y uno de los directores que impulsó el neorrealismo italiano con filmes como Roma Ciudad Abierta y Paisá– viajó a Chile en 1971 para documentar de labios del propio Allende, en qué consistía este socialismo a la chilena.

    Con apenas 8 meses en el cargo, el Presidente Allende habla desde los orígenes de su pensamiento político, luego realiza una defensa de su programa y un análisis de los problemas que aquejan a América Latina.
    Exhibida por primera vez en el Festival de Trevignano en Italia, el filme fue bautizado como INTERVISTA A SALVADOR ALLENDE : LA FORZA E LA RAGIONE (Entrevista a Salvador Allende, la Fuerza de la Razón).

    El 15 de septiembre de 1973, cuando La Moneda todavía exhalaba el humo tras el bombardeo, los italianos veían por televisión este documento homenajeando al extinto Presidente.

    …..”Pienso en el hombre del siglo XXI como un ser humanizado, con un alto nivel de valores, que no se deje llevar por el ansia del dinero y la explotación”, le dice a Allende a Rossellini hacia el final del filme.

    A pesar de estar en italiano -de todas formas se entiende bastante- diseccionado en 4 partes que ahora ponemos a disposición.

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    Salvador Allende : Un homme politique aux facettes multiples                                                                                     Par José Del Pozo, professeur d’histoire, UQAM

    Bien de choses ont été écrites et dites en sur Salvador Allende en occasion du centenaire de sa naissance. Il a été salué tour à tour pour avoir été le plus jeune ministre du premier gouvernement de gauche au Chili en 1938, pour avoir ensuite été le premier  dirigeant marxiste au monde élu démocratiquement à la présidence d’un pays, pour sa défense des richesses naturelles du Chili contre l’emprise du capital étranger et enfin pour  avoir défendu jusqu’à la mort la légitimité de son mandat le jour de son renversement.

    Dans le texte qui suit je me propose d’écrire sur le président mort en 1973 non pas pour relever de nouveau les faits qui ont jalonné sa vie politique, mais plutôt pour essayer de cerner sa personnalité et sa trajectoire dans sa spécificité, qui fait de lui un homme politique à la fois unique et très représentatif de son temps et du pays qui l’a vu naître.

    En effet : ce qui est fascinant chez Allende c’est sa capacité de s’adresser à des groupes de la société très divers, à conjuguer  des concepts parfois contradictoires et à défendre des options politiques difficiles à harmoniser. C’est donc le politicien aux accents multiples que je vais essayer de caractériser.

    filles d'allende (Carmen Paz,Isabel,Beatriz)

    D’abord l’homme dans sa vie privée et familiale. Ses adversaires essayaient souvent de le décrier à cause de ses origines « bourgeoises » et de son goût pour la bonne vie, ce qui allait en  contradiction, disait-on, de ses idéaux de gauche. Laissant de côté la superficialité de ces reproches, il reste que le premier n’était pas vraiment fondé. Petit-fils d’un médecin et fils d’un avocat, Allende eut une enfance et une adolescence plutôt aisées et eut droit à certains privilèges, notamment celui de compter sur une domestique à son service personnel, qui l’accompagna durant une bonne partie de sa vie, devenant une sorte de deuxième mère. Mais son père, qui s’appelait aussi Salvador, n’était pas riche et surtout, sa situation économique s’était considérablement détériorée au moment ou le jeune Salvador commençait ses études universitaires, ce qui l’obligea à travailler pour pouvoir compléter sa carrière en médecine.

    Le notaire Allende est mort au moment ou son fils terminait ses études, ne laissant aucun héritage matériel à ses enfants. Dans cette perspective, Salvador n’a été ni plus ni moins que beaucoup d’autres jeunes issus de la classe moyenne, qui parvenaient à décrocher un diplôme universitaire grâce en partie au fait que les frais de scolarité de l’Université de Chile, la principale université publique,  étaient très réduits à l’époque, ouvrant ainsi la porte à la mobilité sociale. Allende incarnait aussi le destin de beaucoup de jeunes de sa génération, qui grâce à l’exercice d’une profession atteignaient un meilleur niveau de vie. Dans cela, il n’était pas en contradiction avec les idéaux politiques de gauche.

    allende et famille2                                                                                                                                                                      Lorsqu’il faisait ses premiers pas dans la vie politique, Allende épousa une jeune étudiante d’histoire, Hortensia Bussi, issue aussi de la classe moyenne professionnelle. Elle ne pratiqua cependant pas le métier d ‘enseignante auquel elle s’orientait, préférant celui de mère de famille, s’occupant de ses trois filles et plus tard des petits-enfants. Doit-on voir dans cela un signe de « vie bourgeoise », dans lequel l’épouse, confinée à la maison, restait dans l’ombre de son mari, ce qui constituerait une autre contradiction pour le dirigeant socialiste? Et les filles furent éduquées dans un collège privé plutôt huppé, au lieu de fréquenter le lycée public. Nous ne savons pas  comment ces décisions ont été prises; il se pourrait bien que le couple Allende-Bussi ait adopté un cadre de vie assez  fréquent à l’époque dans la classe moyenne des années 1940-1950, dans lequel bien de femmes ne voyaient pas d’objection à rester à la maison, même si elles auraient pu aller sur le marché du travail, sans que cela ait signifié une condition de femme soumise ni dépourvue d’idées.

    fam.s.a

    Cela s’est vu clairement après le coup d’état de 1973, alors que Hortensia, partie vivre à l’extérieur avec plusieurs de ses petits-enfants, fit preuve d’une grande énergie et détermination, dénonçant les auteurs du coup d’état partout au monde, et demandant aux gouvernements qui la recevaient de les isoler diplomatiquement. Enfin, le fait que deux de ses deux filles se soient lancées avec passion dans la politique prouve clairement que le contexte familial, si « bourgeois » en apparence, était orienté vers les idées défendues par le président.

     allende 002Voyons maintenant la participation d’Allende dans diverses instances de la société chilienne. Tout jeune, en 1925, il fit le service militaire, activité que pour la grande majorité des enfants de la classe moyenne et supérieure, était quelque chose à éviter, considérée comme une perte de temps. Et les jeunes aux idées socialistes ne font pas toujours bon ménage avec les militaires, encore que des exceptions notables sont à signaler, tant au Chili qu’ailleurs [1].

    Il est très possible que Salvador ait été influencé par son grand-père, Ramón Allende, qui en tant que médecin fut chargé de diriger une équipe sanitaire accompagnant les troupes chiliennes lors de la campagne contre le Pérou dans la guerre du Pacifique, en 1880. Il partageait certains concepts chers aux militaires, comme la défense de l’ « honneur » et le patriotisme. Cette attitude était tellement ancrée chez Allende qu’il s’était battu en duel à pistolet en 1952 contre un sénateur du parti radical, se sentant insulté par ce dernier. Cet épisode est difficile à comprendre : il s’agissait non seulement d’une pratique désuète mais illégale, et elle tombait en pleine campagne électorale, lors de sa première tentative de devenir président. Heureusement les deux adversaires avaient raté le tir…

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    En 1935, peu après avoir participé à la fondation du parti socialiste, Allende prit une autre décision qui ne cadrait pas non plus avec le gauchiste-type : entrer dans les rangs de la franc-maçonnerie. Comment un marxiste peut-il adhérer à une organisation formée par la bourgeoisie et dont les membres ne proviennent jamais de la classe ouvrière? Ses adversaires ont dit plus tard qu’Allende ne cherchait qu’à gagner des appuis politiques. En faisant cela, Allende était sans doute inspiré de nouveau par ce grand-père qu’il admirait, qui avait été aussi franc-maçon à l’époque où cette condition équivalait à agir en tant que critique des valeurs conservatrices de la société. Et il ne faut pas oublier qu’un des fondateurs du PS, Eugenio Matte, avait été aussi membre de cette institution. Enfin, on peut aussi voir cette décision comme une démarche visant à mieux connaître la société chilienne, et à intégrer ce secteur à la gauche socialiste, qui ne devait pas être constituée uniquement par les marxistes. C’était l’Unité populaire avant la lettre, alors que radicaux, sociale-démocrates et chrétiens avaient joint l’alliance des socialistes et communistes.

    s.a2

    Cette perspective ouverte sur la société, qui l’amenait à dialoguer avec des secteurs qui n’étaient pas souvent avec la gauche peut expliquer sa participation au Collège des médecins. Il s’y impliquait à tel point qu’à l’époque où il était ministre de la santé, en 1940, il fut à l’origine de la loi qui créait le Collège, en remplacement de l’ancienne association médicale. Plus tard, il occupa la présidence de l’organisation entre 1950 et 1952. Allende s’intéressait surtout à organiser la médecine publique, afin de concrétiser ses idées sur la prévention des maladies et de doter au pays d’une véritable médecine sociale. Bien des années plus tard, ce même collège lui ferait la vie dure lors de sa présidence, car de nombreux médecins participèrent aux grèves contre son gouvernement, en 1972. Mais sans la participation d’Allende, on peut penser que l’hostilité des médecins aurait été encore pire.

    Les autres aspects apparemment contradictoires d’Allende sont bien connus :  la recherche de l’appui du parti radical, déjà en 1964, afin d’élargir l’alliance de la gauche et  ne pas la limiter à l’axe socialiste-communiste, geste qui fut très critiqué au début [2]; son appui moral à la révolution cubaine alors qu’il défendait l’utilisation de la voie électorale pour parvenir au pouvoir au Chili; le dialogue qu’il entamait avec le MIR [3], qui ne croyait pas en sa démarche politique, mais qui acceptait que plusieurs de ses membres fassent partie de la garde personnelle qui assurait la sécurité du président, le GAP, constituent d’autres manifestations de sa capacité à s’ouvrir à toutes les composantes de la gauche, tant au Chili qu’à l’extérieur, afin de faire avancer le projet inédit qu’il essayait d’appliquer, la « voie chilienne vers le socialisme ». À ceux qui affirment que ce projet était voué à l’échec, on peut riposter  qu’il représentait bien la réalité chilienne, la complexité de son expérience politique et la diversité de sa société, de laquelle Allende était issu.

    allende venceremos

    Allende fut ainsi un homme aux convictions fermes mais très ouvert au dialogue, capable de discuter avec ses adversaires d’hier et de chercher de nouveaux alliés. Ce sont sans doute des qualités qui ont fait de lui un politicien habile et respecté, le seul qui pouvait faire triompher le projet socialiste démocratique au Chili.

    ————————————————————————————————–

    [1] Au Chili, le cas de Marmaduke Grove, chef de la Force aérienne chilienne et créateur de la « République socialiste » de 1932. Au Brésil, le capitaine Luiz Carlos Prestes, devenu chef du parti communiste de son pays dans les années 1930 et 1940. Et plus près de nous, Hugo Chávez au Venezuela…

     [2] Le parti radical, une formation politique très ancienne, était mal vu par les partis marxistes après la trahison du président issu de ce parti, Gabriel González Videla, qui avait mis hors la loi le parti communiste en 1948, qui pourtant avait contribué à son élection en 1946.

     [3] MIR : mouvement de la gauche révolutionnaire, groupe formé en 1965, qui ne faisait pas partie de l’Unité populaire

     

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    Los gritos de la calle: 40 años de afiche político en Chile.

    Los gritos de la calle: 40 años de afiche político en Chile

    http://radio.uchile.cl/2015/07/25/los-gritos-de-la-calle-40-a%C3%B1os-de-afiche-pol%C3%ADtico-en-chile

    Rodrigo Alarcón | Sábado 25 de julio 2015 .

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    Hasta el 11 de septiembre se exhibió en el Museo de la Solidaridad una muestra que recopila más de un centenar de afiches, desde los ’70 hasta la actualidad. «Son otras formas de lucha y de resistencia», dicen los curadores Mauricio Vico y Rodrigo Vera.

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    “La idea es que sea como esa muralla donde hay muchos afiches. O como la muralla del dormitorio, donde se van pegando los afiches desordenadamente”, dice Mauricio Vico para describir el montaje de 40 años de afiche político en Chile, la exposición que acaba de inaugurar el Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA).

    Así, justamente, es como se ven algunos de los carteles repartidos por el segundo piso del edificio ubicado en calle República: amontonados, unos más arriba que otros, y no en una sucesión horizontal de obras, como se acostumbra en los museos.

    Mauricio Vico es académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile (FAU) y coautor del libro Un grito en la pared: psicodelia, compromiso político y exilio en el cartel chileno (Ocho Libros, 2009). Ahora, junto al también académico Rodrigo Vera, recopilaron más de un centenar de afiches para exponerlos, como parte de un proyecto que también incluye coloquios, la edición de un catálogo y el sitio Afiche Político en Chile. 

    Para eso, distinguieron cuatro períodos: la Unidad Popular; la clandestinidad durante la dictadura; el plebiscito y la posterior transición; y los movimientos sociales más recientes.

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    “La Unidad Popular tiene características muy particulares”, explica Rodrigo Vera. “Tienen que ver con la esperanza en un proyecto político, que contrasta con el segundo periodo (1977-1988), donde hay un silencio desde el punto de vista social, por el contexto de dictadura. Acá desaparece el color, la efervescencia de la UP y se vuelve a un formato más pequeño. Ya no hay pliegos completos a todo color, sino cosas materialmente más precarias. Denotan la intención de comunicar algo de manera muy soterrada, clandestina. Muchos de estos afiches se guardaron por mucho tiempo, entonces están en condiciones que tienen que ver con eso”.

    El especialista continúa y señala que “otra sala ya tiene que ver con el desarrollo desde los ’90, cuando encontramos las primeras experimentaciones con softwaresgráficos y se encuentran afiches de candidatos con una gráfica muy noventera. Luego viene la sala de los movimientos sociales, entre 2006 y 2011, donde se encuentra una vuelta a algunas de las mismas retóricas de la UP, en cuanto a mensajes y técnicas serigráficas, pero en otra clave de utilización. También hay un imaginario parecido, lo que nos lleva a lo que dice Gabriel Salazar: cómo aflora una memoria política que puede estar escondida mucho tiempo. Pueden pasar las generaciones, pero siempre son las mismas formas de expresión, la construcción de un imaginario. En ese periodo también incluimos una sala sobre la campaña de Michelle Bachelet”.

    “La gracia de la exposición es que puedes ver y reflexionar sobre los últimos 40 años de la historia política del país”, sintetiza Mauricio Vico.

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    El espacio habitual del afiche es la calle, ¿por qué llevarlo a un museo?

    Mauricio Vico: Es que acá no tenemos esa cultura de ver afiches en los museos, pero en otros países siempre hay alguna exposición de un periodo, de un afichista o de algún artista que los hizo. Nuestro objetivo es que la gente los vea. Yo hablo de la experiencia con el objeto real. No es lo mismo verlo impreso en un libro, en la web o en una fotografía, que estar en contacto con él. Lo mismo pasa cuando ves una pintura. Genera otras sensaciones, otras reflexiones, una mirada más crítica. Lo que ha pasado mucho con estos trabajos es que terminan poniéndole mucho valor al verlo.

    La educación y los Derechos Humanos se repiten a lo largo del tiempo, ¿cuáles son otros temas transversales?

    Rodrigo Vera: También está el tema de la participación de la mujer y la introducción de un imaginario industrial o técnico, de los cuales hay mucho que extraer, mucha información que se puede sacar de esa información visual.

    MV: Hay afiches de utilidad pública, educativos, como ocurre con la Polla Chilena de Beneficencia, que es un contrapunto con lo que vemos hoy. También está el tema de la solidaridad, la concepción del trabajo, sobre todo entre el ’70 y el ’73. También los temas del mundo juvenil y su lenguaje, que se puede ver en la sala del 2006-2011. Hay temas muy variados, pero se pueden resumir en DD.HH., solidaridad, educación, compromiso con la gente y con los jóvenes.

    Otro tema interesante es el símbolo de la madre y el hijo, que siempre está presente, la familia se repite. Lo encontramos en los ’70, en la clandestinidad, en la transición, es una cuestión particular del afiche político local. Siempre aparece la familia.

    RV: Es la célula que construye ciudadanía. Hay un afiche en que sale una familia desayunando y dice “esto es un asunto familiar”, en función de los movimientos sociales. Es decir, hace notar que es una lucha de todos y que nace desde la familia hacia la sociedad.

    ¿Qué particularidad hay en los afiches más recientes?

    RV: Tiene que ver con los contextos de comunicación contemporáneos, es decir, la inmediatez. Hay que elaborarlos rápido, sacarlos al exterior, ya no están en el taller del diseñador o de quien haga los afiches, sino en la calle. Los afiches se hacían ahí, durante las marchas, es la inmediatez en el mensaje y en el medio. El afiche competía como medio de expresión con las redes sociales, entonces no se queda atrás y se pone a tono con ese sentido de la inmediatez, de hacerlo in situ en la marcha. Trabaja las técnicas y los formatos en función de eso.

    Estado asesino

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    MV: Además, a diferencia de los anteriores, hay un concepto de lo colectivo que lo caracteriza. Es un trabajo que hacen todos, no hay autoría. Obviamente hay estudiantes que hacen algo más, pero no es importante para ellos. Hay una concepción de las nuevas generaciones en oposición a la construcción de una economía de mercado basada en lo individual. Lo colectivo también se refleja en los ’70, la construcción del proyecto de la UP es del colectivo. Los afiches representan a toda la gente. Hay uno sobre el cobre donde ves a toda la gente, el carabinero, el sacerdote, hasta el gato y el perro. Ese sentido lo retoman los estudiantes. Como dice Rodrigo, es una memoria que vuelve a aparecer.

    RV: De todos modos, hay que separarlo en dos partes: las retóricas visuales de comunicación y los soportes. Las retóricas vuelven a esa memoria de la UP, ocupando incluso iconografía similar, pero los soportes de difusión -el papel, las técnicas- remiten a los años de la clandestinidad: son frágiles, no están pensados para trascender en el tiempo. En las marchas no te puedes llevar un pliego gigante, pero sí una serigrafía.

    Hoy hay una lógica muy coherente porque no se puede competir contra la publicidad de bienes de mercado. No puedes competir contra el retail o gigantografías preciosas, entonces se trata de recuperar medios que son propios de la comunicación visual y contrarrestar esa hegemonía de la publicidad en el espacio público. Son otras formas de lucha y de resistencia.

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    http://afichepoliticoenchile.cl/

    http://www.g80.cl/noticias/noticiacompleta.php?varbajada=21114

    http://www.kelp.cl/2015/07/critica-kelp-el-afiche-politico-en-chile.html

    http://www.ocholibros.cl/libro-el-afiche-politico-en-chile-en-lun/