Hace tiempo que dejé el activismo memorialista. No porque no crea en su fundada reivindicación histórica, en la justicia y en el derecho de las víctimas del franquismo, sino, porque nunca consideré que tal causa estuviera basada en la venganza, en el no perdón (que no olvido), en la politización y en el abanderamiento exclusivo de facciones que pelean por la supremacía y control de la misma. Como si hubiera categorías de víctimas por colores y símbolos entre los asesinados impunemente en paseos al infierno, masacrados en fosas multitudinarias, fusilados en soledad por la sinrazón en tapias, cunetas y barrancos, expoliados de sus bienes y vidas, mujeres y niñas violadas y enajenadas en nombre de Dios y la patria, exiliados de la vergüenza y la desidia, niños robados del vientre de sus madres para vivir con sus secuestradores en el desconocimiento, juzgados sumariamente sin más defensa que la marcada por…
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